La biblioteca de Alejandría y el conocimiento perdido

En la costa mediterránea de Egipto, durante el reinado de los Ptolomeos, se erigió uno de los proyectos culturales más ambiciosos de la historia: la Biblioteca de Alejandría. Su objetivo no era menor que reunir todo el conocimiento del mundo conocido. El rey Ptolomeo II Filadelfo, heredero de la visión de su padre Ptolomeo I Sóter, ordenó recopilar manuscritos, textos y documentos de todas las culturas.
La idea de que todo el saber humano pudiera residir en un solo lugar resultaba revolucionaria para el siglo III a. C. No se trataba únicamente de preservar el pasado, sino de alimentar el progreso futuro.
Un lugar donde el mundo cabía en pergaminos
La biblioteca formaba parte del complejo cultural del Mouseion, un centro de investigación y debate. Allí, eruditos de Grecia, Egipto, Mesopotamia, India y otras regiones trabajaban, discutían y traducían textos a griego, la lengua franca de la época.
Se estima que la colección llegó a albergar entre 400.000 y 700.000 rollos de papiro. Estos incluían obras de filosofía, matemáticas, medicina, astronomía, literatura y geografía.
Los métodos para ampliar el acervo eran a veces agresivos: se copiaban manuscritos de barcos que llegaban al puerto de Alejandría, quedando el original en la biblioteca y entregándose al propietario una copia.
El impacto en la ciencia y el pensamiento
Entre las paredes de la Biblioteca de Alejandría trabajaron mentes brillantes como Euclides, padre de la geometría, o Eratóstenes, quien calculó con notable precisión la circunferencia de la Tierra. También Hiparco, astrónomo que elaboró un catálogo estelar y refinó los cálculos de los eclipses.
La institución no solo preservaba conocimiento, sino que lo generaba. Era un laboratorio intelectual donde la investigación, la crítica y la traducción de textos permitían conectar las ideas de Oriente y Occidente.
El misterio de su destrucción
La desaparición de la biblioteca es un episodio envuelto en leyendas y debate histórico. No existe un único evento que explique su destrucción, sino una serie de incidentes que, a lo largo de siglos, redujeron sus colecciones a la nada.
- Incendio accidental de Julio César (48 a. C.)
Durante su campaña en Egipto, César mandó incendiar barcos enemigos en el puerto de Alejandría. El fuego se extendió y alcanzó depósitos cercanos que contenían manuscritos. - Ataque bajo Aureliano (siglo III d. C.)
En las luchas por recuperar la ciudad de la reina Zenobia de Palmira, partes del distrito donde estaba la biblioteca fueron destruidas. - Decreto de Teófilo (391 d. C.)
El patriarca cristiano ordenó demoler templos paganos, y es posible que el Mouseion sufriera daños graves. - Conquista árabe (642 d. C.)
Una tradición tardía, de dudosa veracidad, atribuye al califa Omar la orden de destruir los libros, alegando que si coincidían con el Corán eran innecesarios y si lo contradecían, peligrosos.
Probablemente, la pérdida fue gradual, fruto de guerras, negligencia, saqueos y el deterioro natural del papiro.
El precio del conocimiento perdido
La destrucción de la Biblioteca de Alejandría privó a la humanidad de obras únicas. Es posible que allí se conservaran tragedias completas de Sófocles y Esquilo hoy perdidas, textos matemáticos babilónicos desconocidos, mapas detallados de exploradores fenicios o tratados médicos indios de los que apenas tenemos fragmentos.
No obstante, es importante recordar que gran parte del saber sobrevivió gracias a copias en otros centros como la Biblioteca de Pérgamo, las escuelas de Atenas o los archivos bizantinos.
La biblioteca como símbolo
Más allá de la historia factual, la Biblioteca de Alejandría se ha convertido en un símbolo de lo que significa perder conocimiento. Su destrucción es una advertencia sobre la fragilidad de la memoria humana y la necesidad de preservarla.
En la era digital, donde se producen más datos en un año que en toda la historia antigua, la lección sigue vigente: el saber no solo debe acumularse, sino protegerse de la guerra, la negligencia y la obsolescencia tecnológica.
La herencia que inspira
El espíritu de la Biblioteca de Alejandría ha inspirado proyectos modernos como la UNESCO, Google Books o la Biblioteca Digital Mundial. Incluso existe una Biblioteca de Alejandría reconstruida en Egipto, inaugurada en 2002, con tecnología de preservación avanzada y una colección que busca honrar el ideal original: ser un faro del conocimiento para la humanidad.